ODONTOLOGÍA LIBRE DE METAL
Aspecto opaco, sin vida, sin translucidez, bordes gingivales inflamados y con aspecto morado. Estos son algunos de los defectos de las coronas denominadas metal-porcelana.
Sin embargo tener restauraciones dentales que contienen metal, no es cuestión solo de problema con la estética sino también de salud. Desde los 80 del siglo pasado científicos venían alertando sobre el mal efecto que tiene la presencia de metales en la boca. Entre distintas aleaciones de las que están hechas coronas, puentes o empastes de amalgama se producen corrientes eléctricas por la diferencia de potencial eléctrico, y esto puede dar origen a un efecto patológico tanto local en los tejidos orales como general en el resto del cuerpo. El fenómeno fue denominado “El Galvanismo Oral” [Haraldson T. ”Oral galvanism and mandibular disfunction”, Swed Dent Journal 1994].
Al problema de las corrientes galvánicas se suma la toxicidad de empastes metálicos llamados amalgamas causada por la presencia de plomo en su composición. A pesar de su pobre estética, estos empastes gozan de buena reputación entre pacientes por su larga duración. Comúnmente personas adultas no se animan a cambiarlos, diciendo que les han durado años. Sin embargo, el reporte de BIO Intelligence Service para la Comisión Europea presentó pruebas que demuestran toxicidad de amalgamas. Noruega, Suecia y Dinamarca en el año 2008 prohibieron el uso de amalgamas en su servicio de salud, y los dentistas austriacos y alemanes restringieron su uso en niños, mujeres embarazadas y en pacientes con enfermedad renal.
Hoy día el avance tecnológico en odontología nos permite usar materiales biocompatibles y cerámicas que no necesitan de soporte metálico. Nos permiten reemplazar amalgamas antiguas, reconstruir piezas dentales, hasta sustituir piezas faltantes sin exponer a los pacientes a consecuencias nocivas de presencia de metales en la cavidad oral y al mismo tiempo darles soluciones altamente estéticas, de aspecto natural y larga durabilidad.